lunes, junio 05, 2023

¡Ay! Amor ya no me quieras tanto

 

 

¡AY! AMOR YA NO ME QUIERAS TANTO

 

Escucho los boleros que tanto le gustaban a mi padre, en esas voces melodiosas de Los Panchos y de un Lucho Gatica, o el sonoro y tórrido tono único y anónimo de Noche Los Tres, y mi añoranza ilimitada por el tiempo navega por entre parrandas que no fueron mías y por romances que soñaron mis viejos.  Evoco esas noches en que la radiola Hi-Fi de Ratefon con sus dieciséis parlantes, su sonido “orgullosamente estéreo” como él decía, retumbaba en la sala, haciendo gala de sus 3.60 metros de grande, de su brillo color madera y de su “V” que hoy me parece como si desde allí gritara una victoria sobre un algo que era tal vez la vida que mi padre invertía en sus amigos, su tejo, su whiskey y su familia.

 

De la cocina salía el olor del bocado de turno y me parece estar viendo a mi madre caracolear, cantar y bailar amando aquellas guitarras, voces y requintos, aunque creo que mexicanos nunca los tuvimos como tales sino como más propios que los nuestros.  Era el tiempo aquel en que el terlenka, la gomina y el charol bailaban desde la sala y el nylon brillaba en las ropas de los presentes, sin consideraciones de esa temperatura que hacía acuosa mi espalda y mi camisa.

 

Tal vez mis ojos escondidos para ver tras los cristales de mis gafas de carey que aún no entendían del jolgorio pasajero, pero hoy ese acetato viejo con su sonido de fondo, como de serrucho sobre el madero, me dice a mis años que estoy tan cerca de mí y mis raíces como lo está este ron que baja lenta y agradablemente por mi garganta tratando de espantar éstas mis lágrimas de indómita nostalgia.

 

Francisco Pinzón Bedoya ©

2005

 

 

 




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