domingo, mayo 29, 2022

Es allí


 


 

 

ES ALLÍ

 

Hay espacios en que el silencio

debería cubrir los rincones como una niebla

Donde se arrulle al ánima para que la mente

entre en una sintonía de sortilegio

Allí se puede escuchar esa voz

que mantenemos acallada y sin eco

Quizás ella nos diga qué es eso

de lo que estamos hechos / de los que somos

En mi caso... allí salta la poesía

y un candil en el pecho... que no se apaga

 

Francisco Pinzón Bedoya ©

 

 


martes, mayo 17, 2022

De todo...


 

 

 

DE TODO...

 

De todo lo que hubo

hay un algo

que nos sobrevive

que insiste

que se vuelve real

sólo cuando los dos

            ... existimos

De todo lo que nos sobrevive

hay un sentimiento

que camina

sobre el tiempo

            ... en que seamos

 

Francisco Pinzón Bedoya ©

2011

 

 

 



viernes, mayo 13, 2022

Lo que trajo el mago


 

 

 

LO QUE TRAJO EL MAGO

 

Lo que se me aparece de ti

debe ser un error de la magia

El conjuro debería traer de ti

sólo la caricia y el enjoyado cetro

de tu mirada altiva

Pero... entre rayos y un feroz aguacero

se presenta esa parte que había olvidado

displicente y cenagosa

altanera y plena de utilitarismo

Tal vez los magos sólo pueden hacer ver

tras los pases y truculencias

aquello que en verdad es

y no... las ilusiones pendencieras

que bullen bajo los recuerdos

y se escurren por los costados

 

Francisco Pinzón Bedoya ©

 



sábado, mayo 07, 2022

Viaje al color

 




VIAJE AL COLOR

 

Al salir, se tercia su mochila con su cámara, una botella de agua, unos maníes y unas gafas oscuras, y por si acaso, un paraguas. Recuerda que no ha sacado el último libro de cuentos que leía: espero que no se estropee. Una brisa fría contrasta con el cielo azul, sin nubes.  Se escurre por los rincones y es como una sombra, subrepticia, cuando se atreve a dejar un registro de esa presencia floral que tal vez unos pocos admiran. Dice su madre: pero como usted, ninguno.

 

A todas las flores de los jardines del barrio les ha tomado fotos. Son como apariciones de colores de grandes o pequeñas mariposas, sólo que quietas en su movimiento lento jugando con el viento.  Tienen su carácter y su tiempo. En cada pasada, en las mañanas con una luz que genera tonos más pastel, cada mata esboza su estado. La clave está en tomar cada una como se encuentra. Este barrio alto no sería el barrio sin sus antejardines, sin sus flores, ninguna exótica sino de aquí, de este aire fresco de esta montaña húmeda, una fortuna porque ha llovido muchos días y ellas reciben todo ese regalo de vida. 

 

Consideraba un estorbo a todos los vecinos que se según su renegadera, “parece que vivieran en la calle, debe ser que tienen casas y mentes muy pequeñas, aburridas, cuya única distracción es asomarse a ver pasar el mundo”. Se da cuenta de que es una bobada que cuando lo están mirando no pueda tomar la foto de esa flor cual pájaro congelado en pleno vuelo, cuyo color textura y forma han seducido su visor y el afán de su dedo obturador. Le encanta la idea y le hace sentir grande, que tomar cada foto sea como una misión, la de robarse un secreto. A pesar de su libertad, lleva con él su miedo cuando guarda rápido su cámara en la mochila.

 

Al principio atribuyó aquello su temor a que alguien pase, le atraque y se le lleve su cámara.  Con el paso del tiempo, ha descubierto que con la luz de la mañana que a él le gusta para tomar sus fotos, nunca ha percibido el más mínimo peligro, y que de tanto pasear por aquellos antejardines ya puede anticipar en cada calle quién o quiénes estarán haciendo qué: la señora que los viernes limpia las ventanas de la casa grande, la vendedora de una panadería, el señor que riega su jardín, la pareja que sale de su casa con su bebé y un trasteo de cosas, tal vez para llevarlo donde algún familiar a que se lo cuiden mientras ellos trabajaban juntos.  Todo ello lo ha llevado a descartar los sábados y los domingos porque ha descubierto que son los días con más gente en la calle.

 

Sin embargo, no deja de molestarle que le vean de pronto capturando los instantes de color vegetal que lo motivan. Una mañana, de pronto, una señora se puso a su lado, y sin que él la hubiera visto le dijo: ¿Verdad que están muy bonitas? Y eso que se iban a morir cuando yo arrendé esta casa, pero les he echado muy buen abono. Solo acató a decirle: sí, están muy bellas, pero con el susto en la boca y como si de verdad lo fueran a atracar.

 

Siente que mezcla ello con su historia. Recién llegado a esta capital iba con la primera novia que había conseguido, dos tipos altos y flacos se acercaron con sendos puñales y los amenazaron y exigieron que les entregaran todo.  Allí se fue su primera cámara, la calculadora, los aretes y el reloj de ella, y la plata del pasaje y de tomarse una cerveza. Juntos, abrazados, con temblor, tuvieron que caminar como una hora hasta donde una tía de ella para que les regalara el pasaje. Luego, cuando hizo su primer viaje a el Caribe, paró con su familia en un restaurante.  Al salir descubrió su carro abierto, se habían llevado la mochila con la cámara profesional que un alemán antes de irse le había vendido barata. Un día al llegar de regresó a su casa, revisó en el visor de su cámara las fotos que había tomado, su cara se puso lívida y sudó frío en todo el cuerpo al ver en las últimas sólo un reflejo gris en las últimas veinte. Siguió revisando hacia atrás, de pronto aparecieron las de esa reciente aventura. ¿Pero qué pasó? Sonrió, claro, la última foto tomada en modo manual y había guardado tan rápido su cámara que la había dejado prendida. Al terciarse la mochila, en algunos pasos, por alguna razón que desconocía, se fue disparando contra el forro de la mochila.

 

Uf, menos mal que no fue que la memoria se hubiera dañado, foto que se pierde es flor que no se repite, cada condición es única y por más que se haga el mismo recorrido ya ha cambiado todo. Es una captura de la luz de esos instantes. Es tiempo de colores, de fragancias, de pétalos, de texturas suaves, de bailes imperceptibles frente al viento que las incita.

 

Pasa el tiempo, aún sigue tomando fotos de todo tipo, y solo ha perdido el miedo en el viaje que hizo a Europa, en donde tomó fotos de cuanto se veía y se movía.  Su hija llegó a llamarlo: mi japonesito. Él no lo cree así, ocho mil fotos no es mucho.

 

Francisco Pinzón Bedoya

diciembre 19 de 2021

jueves, mayo 05, 2022

Ruegos en C


 

 

 

RUEGOS EN C

 

Concítame

Compárame

Cuéntame

Comiénzame

Cáusame

 

Cautívame

Cántame

Curioséame

Caracoléame

Camíname

Crepítame

Coloréame

Cálame

Cáeme

 

Cólmame

Cúbreme

Cúndeme

Cópame

Cómeme

Crújeme

Cánsame

Condéname

Cúlpame

Cálmame

Clóname

 

pero...

no ceses...

no ceses...

no ceses...

 

Francisco Pinzón Bedoya ©

2006

 

 



lunes, mayo 02, 2022

Hay luz


 


 

 

HAY LUZ

 

Y todo se aprecia y se desentierra

de donde estaba aposentado

y es hermoso saber que hay luz

y que la sombra que proyectas está

tras la luz que te baña y te redime

Y que todo es un sinfín de respuestas

a preguntas que no he realizado

mientras las horas me atrapan

devorando las letras que te llaman

Y todo todo es uno solo conmigo

desde tu risa de incendio y humareda

desde tu fragancia que evocan mis tiempos

desde ese goce -contigo en mis heridas-

que fantasea en alguno de mis libros

Y se van anegando mis ojos

y caigo en el espasmo de mis dedos blancos

sobre una hoja cierta

que de singulares espantos

se acomoda y acepta

que ya no estás conmigo

pero te atrapa / me atrapa

y nada deja ni escapa

de este manto de versos que te escribo

Y es una simple entelequia el cielo

y sus nubes y mis cantos

mis esperas y mis quieros sin espanto...

que llego a creérmelo todo

y a seguir buscándote...

         sin freno ni descanso

Nada presume que vaya a parar

que saber que sigo

         y que sólo en ti me acallo

Nada es más hermoso que saber que hay luz

y que esa luz al final del sendero... eres tú

 

Francisco Pinzón Bedoya ©

2009

 

 




Trasiego (Nonatos)

      TRASIEGO (NONATOS)   Pasan sin dueño los deseos en un tiempo en que la desnudez se refleja mansa en el espejo de la noche que empieza ...