sábado, julio 28, 2018

Hoy lo cuento


"Eran lágrimas que caían en sus pétalos"
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HOY LO CUENTO

Estabas a un suelo del aire en que yo suspiraba
para que te pasearas miles de instantes por mi ser
aunque fuera gris ya la esperanza

Luego... al caer la tarde fue más evidente
la soledad en que el deseo se trocó en un estorbo
y las nubes volaban a esconderse con los pájaros

Oía una cantinela de “yo te llevo dentro y estaré”
que me parecía artificial aunque fuera tu voz
en un recuerdo que me rodeaba el aire

Y ya en la noche seco mi cuerpo de humedades
me hice un ovillo y me abandoné a ser
lo que quedó aquel día en que no volviste

Francisco Pinzón Bedoya ©







viernes, julio 27, 2018

Cada uno ve lo que ve

"Mi Anturio (de mi patio)"
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CADA UNO VE LO QUE VE

La última flor se abandona
y aparecen los grises ominosos
como queriendo llegar al fin

Parece más un pintor de mi estado de ánimo
que la recreación de lo que aún queda
en esta natura feraz

La vida es más y no hay atenuantes
No hay más poder que el seguir siendo
el mantenerse / el evolucionar

Son miradas tras mi cristal me digo
Mañana será otro amanecer

Francisco Pinzón Bedoya ©







miércoles, julio 25, 2018

Sigo tus rastros

"¿Vienes?"
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SIGO TUS RASTROS

Enhebro mi aguja en tu falda inconsutil
Me paseo por tus colores de tierra y agua
y luego... un sendero me recorre desde tus manos
Eres la vida y el eclipse
por algo vadeo tu cauce sin más talentos que mi voz
vuelta grito silencioso


Francisco Pinzón Bedoya ©



viernes, julio 13, 2018

Ese amanecer


"En Santa Elena"
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ESE AMANECER

La mañana me saludó con sus colores de fuego, de uno que se acercaba a pasos de sol.  Por entre las nubes frías de oriente miles de caprichos de luz hablaban como en un concierto de maravillas sinfónicas irrepetibles.  Pensé que hubiera querido estarlo viendo tomado un café caliente, desde algún hontanar de Santa Elena, rodeado de una gruesa cobija de lana, y sonriéndole al dios de los milagros.  En dos minutos el cuadro era otro y el pincel iba tomando sus tonos de mañana común y corriente.  Mi alma de tomador de fotos tramaba cómo hubiera sido la escogencia del equipo para capturar aquellos instantes.  Mi otra voz en el hombro me decía que debía continuar el camino: el laburo estaba lleno de asuntos por resolver.  Nada personal, se disculpó, es que en cinco minutos el tráfico será otro.

Francisco Pinzón Bedoya ©
13/VII/2018








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Foto tomada por 
Juan José Escobar






jueves, julio 12, 2018

Duermevela irrepetible


"Jardín de Otraparte"
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DUERMEVELA IRREPETIBLE

Y en un abrir y cerrar de ojos se me evade un suspiro y estás reduciendo mi voluntad a un cero que no se mueve sino que te mira.  La noche me regala un lucero y la luna se ha escondido tras unos nubarrones que estallan de truenos.  Tú también lo haces bajo mi piel escarlata ya.  Tienes la posesión exacta de todas mis deficiencias, por ello te instalas hasta en mi duermevela.  Este reino en donde lo onírico y mi inconsciente se mezclan con un arrobo cómplice.   Te pido los besos negados por hechos inexplicables.  Te recreo en mis milímetros más menesterosos y vuelves a ser fuego y espada.  Te cambias a dolor y rabia contenidos que se diluyen en un agua de mar que es muy azul, pero es una piscina y estás toda disponible, embelesada, como en un año que termina en cinco aunque éste ya termine en ocho.  Un sopor invade mis dedos que irrumpen por entre los caminos que me enseñaste que van a tu piel y a tu gemido.  No es trocable este compasivo instante porque al recrearte, juegas en mi almohada a mi voluntad que ya es tuya.  Cedo mis derechos sobre mi sentir porque lo que tú haces conmigo, es un deleite que vuelve a robarme... mi valioso tesoro de ser independiente.


Francisco Pinzón Bedoya ©







lunes, julio 09, 2018

Volver a palabrear

Otranto, en la costa sureste  de Italia, paraíso terrenal
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VOLVER A PALABREAR

Mis letras salen hoy después de un mes de represamientos y llenados al ser en otras perspectivas y peripecias en familia.  Tienen un suministro irrefrenable de imágenes, sabores y delirios que he traído en mi mochila andariega.  No es una comparación con quien ya caminó mil leguas más y conoció mil países más, es mi alma quien henchida de arrobos viaja por mis manos y se junta con el sol al este de Leucca o de Otranto.  Los verdes en racimo, los azules en contradanzas, los ocres desde el casi amarillo hasta el blanco puro, van en procesión por mis retinas cansadas por exceso de estímulos, entre la historia que ocultan las fachadas y las vidas que se respiran poderosas a orillas del Mediterráneo, del Arno, del Sena o del Báltico, o quizás a bordo de un barco en un lago suizo. Magnificencia y locuacidad en silencio, estupor y congelamiento, boca abierta de asombros y dedo en el botón de la cámara, son sensaciones que me ruedan por mi ser cada tanto como lo hace el agua de cada uno de los saltos en los Alpes al comienzo del verano.  Vuelvo remozado, con la piel antigua casi desaparecida, en un rediseño total, en una reinvención que salta desde todo lo que se encuentra de bello por todo ese camino.  Voy colgado de un atardecer en Gdynia bajo un extraño canto de cigarras, o de una playa abigarrada de sol con un mar frío y congelante. Voy entre los árboles de rosas, centenarios, cruzando calles por donde antes viajaron los conquistadores de cientos de imperios, o en la fronda verde de bosques de maple en pleno fin de la primavera donde los hocicos de jabalíes puntuales esperan la noche para tomar sus bellotas. Voy de mil maneras en una fluencia de amor, propia de... haber vivido y seguirlo haciendo.

Francisco Pinzón Bedoya ©
julio 9 de 2018




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Serán varias crónicas, prosas, poemas, en fin... producto de nuestras recientes vacaciones












Hacia la suerte

      HACIA LA SUERTE   Tú frotabas la lámpara y pedías deseos pero siempre había un pero o una disculpa Yo veía cómo te despedías de cada d...