"Ese aroma tuyo que yo sigo"
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La poesía a veces nace por su propia necesidad de existir, como la lava de un volcán. Pasa dejando sus huellas y se esparce por el aire y la tierra de la ilusión del poeta. Algunas veces, hace nido en otro ser, y entonces, se separa de su padre y es... en otro corazón lo que puede ser. No siempre deja huella imperecedera, porque puede ser tan pasajera como el hálito que ese lector invierte en ojearla, o puede dejar cicatrices en el alma de quien la posee o la hace suya...
Uno como autor sólo puede darle alas y creer que llegará a otro. A estas alturas de la tecnología, lo banal y fútil de la vida de hoy, casi que uno agradece al hecho de que existan espacios como estos BLOGs donde uno –al menos- ve su trabajo “en letras de molde” y sabe que será pasto de sólo “algunos buenos amigos”, de esos que aún no conoce pero que están y le darán algún impulso o vida al poema
"Eres aún... ese pecado"
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Les dejo alguna digresión en que surgió esto:
ESTE DISCURRIR MÍO... A TROPEZONES
Y mientras yo garrapateo signos y dejo que mis manos sean dirigidas por los murmullos de mis miedos y mis deseos, hay allá afuera un par de ojos que musitan las palabras que yo quiero oír sin siquiera yo saberlo.
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Rondan despacio por el púlpito de mis dedos, sacras oraciones que nada tienen de nube ni de exorcismo, sólo son algunas palomas, aladas de mares y de vientos, que un ser etéreo y casi real evoca hacia mí mientras yo río esta muerte instantánea de las letras sin sentido ni intención.
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Mi esbozo de un decir, de un suspiro, de una ensoñación, está tomando forma de palabra, de frase y de párrafos. Cualquier cosa haría si de cambiarlo por un rescoldo de medio día se pudiera. Más allá de la lágrima última y de la fuga del amor, vaga por entre mis palabras la sombra adusta del desespero y de la monstruosa condición de volar... a esas latitudes que sólo dan mis versos... y tal vez, el vino.
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Cual pesar entre los días y las noches, surgen desde mí los vocablos llenos de entusiasmo y pánico simultáneos. Uno, por aquello que sueño y no consigo, y otro, por aquello que sé que existe y no escucho. Afuera, pasan raudas las horas y el silencio... en esta tarde que añora... menos que el silencio de esa otra alma compungida.
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Nada tengo mientras derivo. La barca del ensueño cae poco a poco desde lo alto. El altar de versos queda en el pasado. Las manos se crispan y el azul de la mirada se extiende más allá de lo que espera ese enorme corazón que picotea el hambre del estar... allí donde no puede estar.
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Fabulo mis cuitas con palabras encriptadas. Mis dedos ya no tienen sino esperas y desafíos... que no se ganan y que entierran la sangre en un espejo... sin fondo. La luz vuelve titilante, y el deseo... es otra condición imperante del duro desafío mío por vivir.
"Tiempo de nostalgias"
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¡Oh tumultuoso año, lleno de guaridas y porfías!
"Estabas allí, en mi espera"
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