Alguna vez, en una playa lejana, al poeta lo copó la nostalgia.
El trajín benigno de las pieles y turistas en una playa hermosa.
Los ritmos agitados y el agradable y rítmico tremolar del mar.
Los cantos de las tamboras y los vallenatos
que deambulan esperando su próxima contratación
para cantarle al amor amor.
Los sonidos tenues del viento entre las palmeras.
Los gritos de todo tipo de ventas sobre el agrado del sol sobre la piel…
Todo era el marco vital de un ensueño, de una invitación a poemar.
Y esto… fue lo que creó el poeta:
POR ENTRE EL BARULLO
Todo son ruidos
pasos gastados
conciertos de siseos y silencios
voces desgranadas sobre el mar
rumores de pensamientos
que alertan la marea
y esos botes descansando al final
Cada mirada estalla entre los vivos
con las pieles que se nutren al sol
y del deseo de estar allí
sin estar donde estaban
¡Oh! Signos de instantes afuera
en los rostros y en los gritos
Todo es velamen que bailotea
al compás del viento
impetuoso y acariciador
Las caldas –para mí-
encarnan fantasmas y flores
esencias y entelequias
que veo derivar a mi lado
mientras navego sin rumbo
apretado a un nombre
a un cencerro iluso
y a una caja que tamborea en mí
... como si existieras
Todo pasa / se alberga en mí y sigue
para que existas en este universo
con miles de huellas / colores
destierros y míos clamores
que nadie escucha
Todo está aquí
mientras veo pasar
miles de pasos
pieles y nostalgias
sin tu presencia