Todavía lleno de esta sensación de mar, de vacaciones, de caribe… comparto con ustedes dos poemas de esos escritos a la orilla de ese mismo mar…
Las imágenes son capturadas por mí en distintas épocas… y de tres playas de Santa Marta, para ilustrar cuáles han sido los ambientes que han inspirado los poemas que siguen.
"Pictórico atardecer en la bahía de Santa Marta" - diciembre 2008
-----------------------------------------------------------------------------------
Y OTRA VEZ…
y otra vez verás el mar
y un suspiro inundará tu sombra
de colores que te vuelven
una parte insonora del paisaje
y otra vez tendrás tus belfos
llenos de ese aire preferido
desde tus caminatas cuando niño
y serás el pescador y el concierto
de amores y silencios
y otra vez recorrerás sus calles
y te dirás de los cambios
mientras que no sabes
que al otro lado del espejo
quien cambia eres tú
lleno de tus nuevos pertrechos
y un sinfín de recuerdos
y otra vez definirás tu sonrisa
al filo de un atardecer distinto
pero que ya estaba en tu memoria
con su cada pincelazo
y esa sensación de arena blanca
regada sobre una sombra azul
y otra vez le dirás a tu madre
lo mucho que es placer cobijarse a su lado
y entablar esos diálogos que más que voces
son temblores y felicidades sin tiempo
y otra vez le leerás poemas
y te reirás con rimas y metáforas
escondidas en los libros que se abren
de año en año como un rito
como una ofrenda… antes de morir
y otra vez… pisarás la tierra de tu padre
y la brisa de tu errancia primera
del canto de las aves y el dulzor de tu mango
Cada vez que vuelvas… será tu otra vez
y sé… que vas a volver
"Mañana en Taganga - Santa Marta" - diciembre 2011
-----------------------------------------------------------------------------------
TODO LO QUE HE GANADO
Hay un extraño en mí que me vive
que recuerda de las veces en que estaba
prendado de Mary o de Lucy o de Carmen
o de tantos nombres de fiestas en la piel grabadas,
que dice de esa llama que ya no tengo...
pero hay otro –que al calor de enero-
me dice de todo lo que he ganado:
de la lentitud de no querer tener más,
de los pasos que se suman para hallar distancias
que antes no se detectaban,
y de los azules que hoy -en medio del ocre-
tienen miles de tonos que antes ni siquiera estaban.
Este caminar descalzo al creer que estoy vivo
por esta arena en que se hunden mis quebrantos,
esta calda traviesa que se enseñorea en mi sudor
y deja pasar la tarde leyendo a mi Lolita,
cada paso / cada risa / cada trazo en el aire…
tienen un sabor nuevo que no atino a recordar.
Los minutos siguen siendo escasos,
porque las horas llegan y se van
y las siento en mis rodillas y en este intenso palpitar.
Los rincones de la casa atiborrados de recuerdos
se tornan pretenciosos y confusos
y me confrontan en este paso hacia el olvido:
los escalones parece que tienen más centímetros
de lo que recuerdan mis ojos y mis piernas,
los olores al tinto de mamá / a alguna aromática
y al toronjil sin dueño de la calle ruidosa /
vuelan como huellas dactilares en mi memoria.
Unos tonos de calurosa arrogancia
se pasean por mi dermis en descanso
y otros -de imprecisa sustancia-
ruedan de la mano de algún ron decenario,
casi bailando a tumbos de garganta
hasta quedar exhaustos a los pies de mi jaula.
Desde esta terraza -en un estar ambivalente-
extraño todo lo que se ha de extrañar,
y en ese extrañar -patente y patético-
la última nostalgia de muchos lazos con los míos
se deshace en su rodar más evidente
tras las formas más antiguas de mis miedos
y los desmanes que han marcado mis detentes.
Cada que me detengo como hoy -frente a este mar-
y que ruedan sobre mí desde algunas decepciones
y hasta algunas risas conquistadas a empujones
… algo me sabe a dichas ya ganadas,
a preciosas pérdidas sin sabor a destierro
y hasta a experiencias con sabor a esperanza.
¡Este es mi mar, y ésta… es mi casa!
"Atardecer en El Rodadero - Santa Marta" - enero 2010
-----------------------------------------------------------------------------------
Gracias por continuar cerca….