SÓLO HA SIDO MÍA
Ten cuidado cuando vuelvas
a mi herida
y te pasees como si no hubieras vuelto
Ten paciencia con mis ruegos
que se han quedado
atados a las rayas de mi cuaderno
Ten la luz dispuesta y última
para ver
de qué están hechos los luceros
que otras noches tejí para esos miedos
que tuve de ti
y que nunca fueron ciertos
Ten presente aquellos niños
que éramos
al confuso olor de los peligros
cuando en noches de vientos
nos quisimos sin dolor
ni miramientos ni testigos
Ven al centro de mi vida
que los libros míos
te sonríen
y encontrarás ese espejo
que atrapó una historia
que quiso ser nuestra
pero que sólo fue mía
Francisco
Pinzón Bedoya ©
2004
