La especie humana se había empeñado en "odiar las diferencias", no obstante la heterogeneidad. Xenófobos, racistas, inquisidores y cruzados, son sólo una muestra de este talante agreste de la especie. ¡Oh las clasificaciones, oh las disposiciones del mundo en dos bandos, los buenos y los malos, lo blanco y lo negro!. Sin tonalidades de grises ni ajenidades ni otredades, sin el reconocimiento de la existencia distinta del otro y su validez ancestral, ganada por el simple hecho de ser un ser, humano por demás, estábamos cayendo a un camino sin retorno, a un callejón sin salida, a uno de hecatombe y de exterminio.
Pero se notan grandes movimientos y ráfagas de optimismo que nos dicen que esto ha comenzado a cambiar. Ya hay miradas colectivas en contra del terrorismo, manifestaciones a favor de la paz que por incongruentes y extrañas que suenen entre los colombianos, nos dicen de lo que ya nos aglutina. Caminatas y manifestaciones colectivas con apropiación del espacio público para lo público y no sólo para el delito y lo ilegal. Ríos de gente se vieron y oyeron este julio 5 de 2007, desde el grito del "gay pride parade" hasta el llanto de una niña arriando su conejito blanco porque no podía agitar un pañuelo blanco.
Ya en este país "del sagrado corazón" cada vez es un poco más natural ver cómo pasa a nuestro lado la diversidad y su poder reparador y enriquecedor, cada vez es más el movimiento de personas que aceptan y entienden a quien piensa distinto. Tal vez estamos asistiendo al renacer de un mundo que apuesta a salvarse desde ese empezar por aceptarnos como somos y no como nos gustaría que fuera "el otro". Tal vez se empieza a vislumbrar un renacer del nosotros colectivo que aún se incuba en el nosotros del barrio, de la calle, del "parche"... eso quiero pensar y sentir desde este ataque de optimismo que invade todo, incluso los titulares de los periódicos, a pesar de los resultados de los últimos tres mil partidos con marcador en contra de la selección Colombia.
Debemos entonces como país seguir luchando contra nuestros dolores internos para aliviarlos, manejarlos y hacerlos tan amigables y tan de nuestro control como podamos, como la marcha de la propia aventura cósmica, y luego adentrarnos en la marcha del calentamiento global y de los desechos tóxicos, y de... y de... sin con ello querer desconocer de la importancia de estos o aquellos temas.
Fotos tomadas de EL TIEMPO
Estupendo escrito/reflexión.
ResponderBorrarUn hallazgo tu blog y un gusto el leerlo.
Saludos cordiales,
Delsye Caron