PLURALES
“tus bocas que saben / a tus
humanas pasiones”
Karin Bellman
Tus bocas que se abren
a la par
se tragan mi mundo en
asaltos,
tienen el hambre mansa
de un torbellino
porque desbrozan con tu
extraña presencia
aun cuando hayas
desaparecido allá en el tiempo,
en la distancia ajena en
que te encuentras.
Tus manos, aves
migratorias,
han pasado volando palmos
de mí,
noche a noche,
gimoteando,
como queriendo
estacionarse cerca...
a la fuga intensa, a la
desazón angustiosa
(pero no pueden / no
estás ni te acercas)
Tus ojos, furia de mar,
angostos pasajes,
por donde se debate la
historia cantarina,
desde mi paso averso al
cosmos / sin ropajes,
tienen la displicencia
y el abrazo simultáneos,
están llenos del
esplendor que se congeló en las fotos,
paseando conmigo, cada
día, como si pudieras.
Tus letras, tan escasas,
dicientes y tibias,
se unieron al canto de
las aves, del silencio,
al piano y la zampoña, al
grito y el susurro,
para llegarme noche a
tarde, mañanas enteras,
como si al leerlas
fueras tú quien las dijera...
Tus espesas formas de
atraparme
seguirán vivas mientras
viva esté mi alma,
así como han figurado
los soles y los tiempos,
las eras y los
aguaceros, los talantes y los recuerdos,
de todo lo que tenías
en tu exceso,
para abarcar con ese
vaho cálido
todo lo que te di... sin
tú saberlo.
En fin... (y en
principio...)
estás hecha de los
máximos plurales,
rastros de entresueños,
de duermevelas,
de noches escribiendo a
la luz de una lámpara,
con incendios en ti...
que no te queman,
sólo traen el calor de
inéditos recuerdos
y también... de los más
implacables
que aún siento... que aún
preservo.
Francisco
Pinzón Bedoya ©
2010
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