LO CEGÓ EL PODER
Ella colgaba al cuello ilusiones
siderales
bajaba la paz del día con un ramo
de olivo
cabalgaba meciéndose en los vientos
del olvido
para lograr que su angustia la
abandonara
Tenía un mar de ojos de penumbra
amoratada
que alumbraron sus pesares y sus
ternuras
que no la dejaron más llorar ni
gritar
que la salvaron la levantaron en
vuelo
que quisieron ir por montes y
olimpos dorados
y permitir su descanso de sopor
matinal
Pasaron sus días con sus noches en
contravía
donde el sueño y el valor de
olvidar... no aparecía
Se volvió muy hondo quejumbroso el
recuerdo
de poca atención y mucha traición
Su indecisión no sabía cómo reparar
porque si él no sabía qué quería
mucho menos ella sabía cómo
responder
a ese renacer truncado de ilusiones
que un día él prometió y que con
lágrimas
por toda su cara y su cuerpo vio
desaparecer
Para él fue un descubrimiento...
letal
Era algo fatal casi fantasmal
Hasta allí llegó su afán
de poder de mando
de estar al tanto
de poder poder
No había visto su verdadero valor
su apoyo incondicional
¡Qué dolor! ¡Qué pena! ¡Qué ardor!
Se arrobó con el néctar del dinero
con el tiempo gastado
con el bien apenas saboreado
Nunca valoró lo que tenía
y hoy entre llantos
desgarra su dolor
... de suprema altanería
Francisco
Pinzón Bedoya
1999
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