viernes, agosto 02, 2019

Murphy


"Para reescribir la vida, en colores"
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MURPHY

La luz que le daba en los ojos, por un instante, lo paralizó.  No pudo detectar con claridad hacia dónde disparar su cámara.  Aquella oportunidad de hacerse un famoso reportero se le había ido.  Debía volver a deambular en bus y seguir buscando el fotorreportaje que lo sacara de esa buhardilla de ladrillo descascarado y techo de zinc, donde escondía el hambre.  Se bajó al extremo de la ruta de aquel lupanar y se devolvió a pie, escondido de las miradas.  Le llamaban los aullidos, las peleas, los golpes, los gritos, los llantos: eso era lo suyo.  Le era imperioso y vital captar esa escena de primera página.  En esta época electorera, los tumultos y los discursos eran su mejor opción.  Al final, sólo suciedad, recicladores recogiendo su sustento, perros famélicos y viciosos.  Más tarde aparecerían prostitutas, pero no se quedaría.  Nada qué resaltar.

Ya se dirigía a tomar el próximo bus para el barrio, cuando un sonido explosivo, producto del choque de una gran camioneta de vidrios muy oscuros contra un pequeño automóvil gris, lo hizo voltear.  Aún el auto estaba en el aire cuando él salió corriendo, enarboló su cámara y cuando miró por el visor, allí estaba lo buscado: llamas, policías escoltas derrapaban con chispas por la avenida, visibles las matrículas y hasta el rostro de angustia y sorpresa de la otra conductora que volaba.  Disparó pero no oyó ningún sonido de clic.  Su estómago se contrajo.  El miedo ya le avisaba de algo: se le había acabado la pila a su cámara.

Francisco Pinzón Bedoya ©
22/VI/2019
























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