¿QUIÉN...?
¿Que quién me dio permiso para cantarte
desde esta montaña agreste y lejana
a ti estrella que rondas las orillas del mar?
¿Que quién impulsó mi lanza en tu costado
para horadar sin prisas y entre ruegos
mi solaz de hombre de noches sin luceros?
¿Que quién permitió que mi estela de luces
cruzara tu cielo encerrado entre gritos
entre órbitas de tus ojos cansados
entre bailes de tus ritos encantados
hacia la formación de luz de una esperanza?
¿Que quién estaba al tanto de mi mano
que en los sueños fatuos más terrenos
donde anoche campeé por tus imagos
mi suerte de conquistador y niño bueno
por tus carnes tibias y tu vientre plano?
¿Que quién ha permitido que mi lágrima
vierta sus haberes más efímeros y tiernos
sobre líneas y tintas al papel de los recuerdos
para llevar a tus ventanas de ojos del pasado
mis lamentos y mis cuitas desde el barco
que atraviesa el mar en que estás y que te tengo?
Tú... con tus olas y tus llamas de alegría
con tu ansioso faro azul de trasgresiones
añorando que sean para mí al borde del exceso
tus manos bienvenidas y tu mágico cuerpo
Francisco
Pinzón Bedoya ©
2004