FEBRERO
DE 1978, 7 PM
Explotó el frente. Una lluvia de esquirlas de múltiples tamaños casi cúbicos del parabrisas de seguridad ingresó hacia los ocupantes. El impacto de aquel camión de estacas contra el bus, que acababa de dejar sus semovientes en alguna parte cercana, sonó como una bomba. Fue instantáneo. Aún recuerda aquel tintineo, el mazazo inclemente de muerte y el miedo que lo invadió paralizando todo su cuerpo. Nos matamos. Ese hp..., fue lo último que oyó mientras flotaban en vuelta de campana desde la losa del angosto puente hacia el fondo arenoso de la quebrada seca. El dolor lacerante en el pecho hendido que se irrigaba por cada una de sus costillas despertó su conciencia intermitente. Se oían quejidos y llantos, y luego con curiosidad registraba un silencio como de una oscuridad ominosa regándose por todo el pasillo del bus que ahora era un techo alfombrado. El siguiente despertar estaba lleno de lucecitas y voces lejanas. Su último pensamiento antes de volverse a desmayar fue: ¡Así ha de ser el infierno!
FRANCISCO
PINZÓN BEDOYA
26/X/2022
Imagen tomada de
The sound of breaking glass.
By Matti Merilaid.
Qué fuerte este relato, hasta sentí los vidrios esta noche. Aquí desde otra ventana, un abrazo.
ResponderBorrarCruento relato Fran, que a la vez me hizo recordar otros momentos vividos en mi querido país por esa época donde todo se había vuelto infernal.
ResponderBorrarAbrazo fuerte desde Argentina.
REM
Paola, gracias por dejar tu sentir. Rato sin saber de ti.
ResponderBorrarRembrandt, siempre eres bienvenida con tu asiduo paso, un abrazo.