miércoles, abril 16, 2008

En un agosto de otros días

1º ACTO

Estoy mal, el espejo muestra un rostro pálido, muy pálido, los ojos hoy no brillan, y la sonrisa mañanera no salió a saludar el resto del cuerpo. Con un afán que se llevaba por delante el enfermo cuerpo de mi padre salí de casa, pero el gusto, el ánimo y la alegría se quedaron debajo de las sábanas que era lo único acogedor de esta mañana.

El tráfico se tornaba pesado, rostros aún dormidos acompañaban mi camino, y yo sólo me refugiaba en mi mente que como siempre estaba en otro lugar lejos... lejos del cuerpo que se muestra fuerte, difícil de caer, del que esperan tanto, pero que en realidad está mal.

No notaba mi presencia, sólo cuando el calor subió a mi rostro y la voz no se pudo callar, rompí con el letargo de mi mañana y comencé a defender a los que se encontraban en silencio pero confusos, que después de mi silencio me apoyaron a una sola voz.

Venía en búsqueda de aquello que dejé en cama, pero mis oídos quisieron quedarse en el cuarto de papá y mamá, y aquella conversación pasó por el cuerpo y la sentí, el frío me invadió, la piel se me erizó y llegó de pronto al alma, reacción que rostro y voz disimularon, y con un hola me retiré.

Ya mi cuarto no invitaba al descanso, las huellas de la acogedora cama habían sido borradas.

Un desayuno casi familiar esperaba, y se quedó esperando porque no hubo quién acudiera a él. Comenzó un malestar entre tres, luego fueron 2 los que continuaron en un diálogo no conciliador, y el reloj no marcaba más de las 9 y y o ya estaba mal.

Un "Hola" poético dio un toque diferente que calmó por segundos mi ya agitado día, pero una voz fuerte, un ruido para mis oídos me refrescó que el día comenzaba apenas. Acepté y con un rostro sin expresión alguna, empecé con una rutina nueva, que, aunque no elegida por mí , hace la vida de otros más tranquila. Ahora ya comienza la tarde y ...


2º ACTO

Se llegó el fin de la comparsa vespertina. Adelanté mis pasos por entre multitudes que nada me agradaban. Me llamaba su alma que a la mía había llegado para mostrarme algunos contrastes. Yo, vestida de negro, encontré en lo alto su sonrisa que me recibió como ese sol que otra tarde yo regalé. Sin palabras decidimos cumplir nuestro periplo y poder degustar esos obsequios que curiosidad quería tener.

Me habló del pasado encuentro, entre muchos que marcaron un compás que fue invadiendo todo mi cuerpo. Fascinación, estrellas rojas, emoción y compartir de instantes me fueron entregando con la misma emoción y más que en otros días. Allí bajo un viento frío y un ambiente que llamaba al amor, que se olía en el aire y en las luces verdes y amarillas, destapé mis carencias y puse en mi reflexión, una comparación con lo que tengo. Tremenda confusión. Le conté sobre mis añoranzas ante el brillo de las suyas acumuladas. Me habló con una voz y en un tono tan suyo que dije más y más sobre su presencia, y mis manos frías entre las suyas tibias se iban reconfortando. El hechizo generó un letargo, una corriente que fluía entre las manos.

La vida se encargó de hacerme ver el reloj, y de una sola afirmación destrozar la fantasía y bajar a tierra con la evidencia de la despedida. Con su mirada comprensiva, tomó mi brazo y sin saberlo tres o cuatro metros caminamos, luego en la estrechez del camino, unimos nuestras retinas a cada paso, en cada pareja, en cada vela encendida, en cada flor y en todo lo que volaba por doquier. Luego un rápido bamboleo tras mi inusual ambiente de alegría, en contraste con mi alma que atrás iba dejando pasos que sí recordaré donde tímidamente le pedí un abrazo, como favor.

No volví a hablar, al primer taxi me subí y ni para atrás quise volver a mirar pues en ese espacio, casi nuevo para mí, se quedaba ese atractivo intenso... intenso"










Del baúl de esos escritos en que el
escritor vive otras vidas y la fantasía acuna letras

Todo ha hecho que llegue a hoy con ánimo
TATATD sin tiempo y sin
medida



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