Cuadro de Andrius Kovelinas
Tomado de la Web
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DONAS
EN SU TINTA
La
primera vez que estuvo frente a mí
fue
como una tormenta huracanada
que
todo se lleva y deja sólo
aquello
que es muy fuerte
Se
sentía una presencia bruja
en
la mitad de un escenario imposible
como
llevada de la mano de otro aire
y
con brillos que se metían bajo la piel
No
hubo concesiones ni ocultos
Estaba
allí en plenitud de sus atributos
Era
más que todo un calor que no se conocía
pero
éramos bocadillo o entremés
y
de los belfos se respiraban rumores
eternos
/ silentes y pecaminosos
Era
como un cataclismo lleno de vida
desde
su negrura impensable
tan
a gusto que la mayor parte de todos
miraban
su silueta envuelta en un aura
de
guitarra / plácida y altisonante
Yo...
¿la presa o el cazador?
Lo
he dudado en muchos tiempos
y
ya no sé qué era lo primario:
si
la elevación que creaba
o
ese estruendo que llegaba de sus caderas
Aquello
no llevaba a ninguna parte
No
eran complementos sino apuestas
No
había más que un rictus de deseo
que
entre palmos atravesaba la estancia
Luego...
la interacción y el tiempo
tomaron
baza / no pudo el extravío
en
luchas insensatas ganó la razón:
la
balanza del menos y del más
Hoy
rueda por calles tristes
una
sombra que oculta y recuerda
las
promesas de dos sonrisas negras:
¡Nada
menos! ¡Nada más!
Francisco Pinzón Bedoya
©
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