FIRENZE
Como un dios barroco
vadeo los arabescos de piedra
y me adentro en el territorio
del sentir que amaron
cientos de parejas
en estos callejones
Esta ciudad milenaria
hollada por tantos turistas
se va desgastando sin remedio
a fuerza de sobrevivir
por cuenta de su pasado
Nada queda como sagrado ya
es un oropel rampante y superfluo
se aviene todo al dinero
aunque muchos sólo paseemos los
ojos
por primera vez sobre estos muros
que nunca volveremos a ver
Un paso fugaz y condenable
de tanta humanidad sedienta
que respira por míseros instantes
el mismo aire de los artistas y
dioses
que aquí dejaron su huella
Nada más se puede hacer
Sólo que somos muchos... los
soñadores
Francisco
Pinzón Bedoya ©
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