HASTALUEGO...
Ella llegaba ligeramente impresa
en los cantos campanarios de las aves
en los sonidos líquidos de las olas
Se desperdigaba por cada sílaba
de su misiva hermosa
y al leerla... estaba cada poro
de su ser presente en el aire
Los lamentos y los suspiros
tenían en cada paso de renglón
su oportuno espacio y tiempo
Nada parecía fuera del saber estar
que traían sus caligrafías
aunque ellas nos estuvieran
Sus puntos y sus gestos se dejaban ver
en medio del discurso y las buenas
maneras
que cada párrafo traía
envuelto en su propio perfume
Nada tenía de extraño...
Nada preveía que aquello
estuviera sucediendo
sólo que al trasluz de sus letras
se entendía... un largo hastaluego
Las frondas de los árboles nocturnos
y los sonidos de mi silencio
me dijeron tiempo después
que ese presagio... era cierto
Se iba... se estaba yendo
Se había ido
Sólo
con un “!Hastaluego!”
Francisco Pinzón Bedoya ©
2008

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