Se da la necesidad de escribir, de muchas maneras, y en este caso -alguna vez en mi historia- se dio esta explicación en verso. Versos sentidos... versos míos... un día de mi cumpleaños... donde tal vez he hecho balances y he puesto en blanco y negro mis desafíos.
REFLEJÁNDOME
REFLEJÁNDOME
Tal vez uno escribe aquello
que le taladra los adentros,
uniendo pasados y presentes,
y tal vez uno se envuelve en uno mismo
y mirándose temerariamente
hacia el confín de sus sentimientos,
pueda uno tomar elementos
que al sobresalir los ponemos en contexto,
deshacen los temores
y aprenden a vivir con su ser imperfecto.
Tal vez en la alegría de haber tenido
especialmente momentos,
está el alivio de ver
qué se ha tenido y se ha perdido:
amores y encuentros con seres sublimes
que uno suponía que no existían,
y desde el fondo de uno,
quizás haya el consuelo y la capacidad
de hallar ese decir que contagie las letras,
las rimas y los scherzos,
hacia cantatas más logradas,
cercanas al alivio
y a la suerte de estar vivos
y mirándonos por dentro.
Mi hecatombe, ínfima y personal,
se resalta y cautiva en mi ser poético,
y me obliga a decirme esos repetidos secretos
que me he dicho muchas veces
pero que van cambiando,
van tomando formas diversas,
aun aquí en este caos perfecto
de ruidos y de vientos,
con el sol en el mar ante mis ojos,
una música de jazz latino
que enamora mis sentidos
y un reciente baño que recompone el soñar
con el encuentro de mis pensares
con mis sentires... dislocados y maltrechos.
FRANCISCO PINZÓN BEDOYA
26/XII/2003 9:50 a.m.
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