"MÁS SOBRE LO MISMO...
Ejercer la poesía como una actuación pública o como un cántico privado, viviendo en ella, es como una afrenta directa a la lucidez, es como una desazón frente a la evidencia de que todo está azul cuando es azul y no como un celaje de mar que se escapó para llegar a los renglones de un cuaderno.
Parece como si el creador de poesía fuera además de “un loco de atar”, un ciego que interpreta desde su sentir todo lo que está por fuera y le deja huellas en su alma. ¿Cómo tener esa perpetua contravención a “lo lógico”, a “lo obvio”, a “lo normal”? Tal vez porque tiene en sí mismo, un ritmo de su sangre en contravía, una canción que sólo él conoce, un acento que sólo él percibe pero que a toda costa intenta retratarlo mediante una herramienta difícil: las letras y la fabulosa participación de quien lo lee.
Y ese poeta no trata de responder la trascendental pregunta de para qué la poesía en tiempos difíciles, porque de hacerlo en forma positiva y como reacción confrontar los tiempos, debería saber que para él todos los tiempos son difíciles, y entonces, hacer caso omiso y sólo escuchar su voz interior se transforma en su forma de vida cuando todo lo quiere dejar en letras, ya sea para logar el homenaje a un amigo, para rendir admiración por el olor de una flor, para dejar sentado y como testigo la fantasía del último sueño, o sólo para decirle algo a esa sonrisa que todos los días alumbra su camino, o para darle cabida a todo lo que le ocurre... que en su alma es únicamente poesía.
Y entonces, aparece la disyuntiva de si esos escritos deben ser hechos sólo para el poeta o para ese alguien a quien se le habló en la noche anterior tras la fosforescencia de la pantalla o el matiz siseante de un lápiz. Sólo sabe que debe redondear la faena para que el corazón del poeta se quede lleno de ese algo indefinible como es lograr tocar el alma de otro ser desde la propia y en sus términos, con la espeluznante realidad de que sólo algunos pueden sentir ese toque.
Sin embargo, es decisivo, definitivo: toda esta labor del ejercicio de la poesía, desde las incontables y diversas formas en que se realice, queda completa cuando aparece quien sienta su toque, su dardo, su cerbatana, su estocada si se quiere, y apenas de allí la consecuencia es una sonrisa... y en el mejor de los casos, un suspiro.
Este es entonces poetas, su destino, su razón, su absoluta pulsión que sólo unos pocos llegarán a entender."
Francisco Pinzón Bedoya Marzo 16 de 2008
Nada parece más extraño que divagar sobre el mismo tema... día tras día
Hay búsquedas y encuentros
y se persiguen sin cesar
HECHEIYHMADU
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