sábado, marzo 15, 2008

Sobre EL PRINCIPITO



Divagaciones inspiradas en frases de EL PRINCIPITO de Antoine de Saint-Exupéry




Un día paseando de la mano de mis ensueños, encontré parte de mi equipaje, disperso, y de él rescaté algunas joyas ya opacas por el transcurso irresponsable de mis ocultos. He aquí deseos que por algo intento dar a luz.

· “Que pueda llegar a tener un sitio desde donde se puedan observar 43 veces la puesta de sol del mismo día”. En esa playa con olores a palmera y susurros de vientos que pasan, algunos se quedan pero otros se van buscando la siguiente nostalgia 43 de otros ojos que no quieren que el tiempo pase... y evidentemente, éste no pasa.

· Que pueda beber agua que sacie la sed de mis tormentos inconfesos Tal vez si a Antoine le hubiera llegado el virus que consume el alma del poeta hubiera podido escoger sanar sus “tormentos inconfesos” y tal vez, confesarse ante la fronda protectora y casi invisible de alguna metáfora purificante.

·“Buenos días-saludó éste- Su cigarrillo está apagado. -Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doce. Doce y tres, quince. Buenos días. Quince y siete, veintidós. Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para volver a encenderlo. Veintiséis y cinco, treinta y uno. Uf! Da un total de quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. -Quinientos millones de qué?Que sea yo una de esas personas mayores que no hablan sólo de: sumas, restas, muertes, pesadillas inundaciones, presupuestos, cuentas por pagar, parapolítica, estrategia, culpa, corrupción, “me dijeron que…”, dinero, etc. sino que aparezca siempre en mi luz y a mi vera, mi cuaderno lleno de letras que me han de asaltar para ser lo que yo quiera.

· (¿)Qué son los ritos?-preguntó el principito. -Se trata también de algo bastante olvidado-contestó el zorro- Es aquello que hace que un día se diferencie de los demás, una hora de las otras horas. Que sea yo en un ritual desde esta piel de adulto que todavía degusta: mandar flores, abrigar recuerdos de amores y destierros, navegar por entre luceros apagados en los sueños, temblar ante ilusas brisas vespertinas, paladear los trinos tembladores como flautas de un canario, añorar aquellos besos a escondidas entre lágrimas, sonreír ante el sólo escozor del recuerdo del brillo cegador de unos ojos pícaros, animar a la luna a que cante al oído mientras duermo sobre máscaras de paz y de silencio, tomar de a pocos pasos el alma de los sutiles amagos de la lluvia (entre los dedos), ser esa piel en donde se deposita la música suave de las tonadas primeras, tener en una caja especial esas cartas y poemas escritos porque sí, saber que en la boca aún existen tiernas añoranzas de otras noches sublimadas, y hasta llevar en el cuaderno esas palíndromas viajeras y otros anagramas en carrera.

· Sólo se conocen las cosas que se domestican” Que tenga la posibilidad de escribir sobre esas humildes cosas eternas que siempre cambian y por las que he sido domesticado, ya que cada día se aparecen en los más recónditos límites del silencio y sin que te lo propongas, te guarden o sean tus cómplices, para decir aquello que nadie te haya dicho, ni siquiera tú mismo, pero que va contigo y con lo que ya eres... ¡Afuera el cielo es azul y quiero contagiar tu alma! Ello sólo lo logras con esos versos irreverentes que te mueven a ser... el más romántico de los caballeros que ya se han ido.

· Fue así como el principito domesticó al zorro. Pero al acercarse la hora de la partida: -Ah!-dijo el zorro- Voy a llorar. -No es mi culpa-repuso el principito- Tú quisiste que te domesticara, no fue mi intención hacerte daño... -Sí, yo quise que me domesticaras-dijo el zorro”. Que pueda adivinar algunos de los misterios del país de las lágrimas y que en ellas deje vislumbrar mi lóbrega caverna, y aquello que no da espera y que si se aposenta... sangrará hasta morirnos.

· “Una vez en tierra, el principito quedó sorprendido al no ver a nadie. Pensaba para sí haber equivocado el planeta cuando de pronto, fue sorprendido por un anillo color luna que se revolvía en la arena.” Que se me permita ver por muchas veces esos veraneantes desentendidos en el tiempo, los pescadores con color de tardes de domingo, los trovadores color de luna y las estrellas, las bandadas de pájaros en arrullo, los encrespados mares de olas espumosas y esos pequeños cangrejos merodeadores de la lluvia en esa playa mía de ensueños y añoranzas.

No sé por qué aparecieron como yuntas, frases de otros tiempos, de un libro hermoso, unidas a mis divagares y hasta melancolías y añoranzas.



Francisco Pinzón Bedoya

15/XII/2007





Siempre que escribo estoy más cerca de decir HECHEIYHMADU NHNP




2 comentarios:

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