EN LA CALLE DE MI BARRIO
Un zumbido de aves
cientos / migratorias
aplana el sonido de la tarde
En la esquina, el tendero
limpia / ordena / sacude
El calor impetuoso /
irreverente
es un dios con su campana
Sólo el sudor se mueve
rueda por cada piel
sin permiso / como una
maldición
El tiempo afuera
pasa huyendo pero se detiene
en el quicio
a la sombra
de un marañón gigante
Las manecillas de los
relojes
se asustan y dejan de cantar
Hasta el ruido blanco
desaparece / emigra
En los cuartos y en baja voz
algunos buscan la camándula
y casi todos piensan:
Aquí, algo tiene que pasar
“¡Se está muriendo el
aire!”
Francisco Pinzón Bedoya ©
2021
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