(YA QUE POR ALGUNAS POESÍAS AL AZAR
VIAJAN LOS SUEÑOS)
Andrea Cote propició cambiar mi camino azaroso hacia la ribera de algún río con su pueblo cálido y ese dejarlo de alguien que busca nuevos horizontes, con la nostalgia de añorar, de añorarse y pretender que podía trasladarse con todo su equipaje hacia tierras de buen aire, y ello mágicamente lo dejó reflejado en este fragmento de “Un rincón para quedarse”:
“El paisaje no es donde tú estás
y la selva no es tu espesura
El paisaje no te habla nunca,
no sabe que estás aquí
y si le coses paredes
o flores
ellas te desconocerán
y apresarán tu paisaje”
De pronto, la calle se rompió y el espectáculo era otro. Tal vez las palabras viven en el pecho de quien las acoge, lo más seguro es que Andrea jamás pretendió hacerme sentir el exilio en mi piel, pero sí lo logró cuando me asomé a sus “Calles rotas”:
“Si sales a la puerta
ves la calle que pasa,
los niños que pasan
y los pájaros prendidos entre la tela del aire
pero todo esto es lo que quieres ver,
lo que quieres dejar atrás
pero se muere en ti”
Desde su pequeño “Puerto calcinado”, Andrea Cote me dibujó y estrelló en mi interior esa amalgama de contradicciones de quien se va de su terruño en busca de “mejores horizontes”, y entonces... se desgajó dentro de mí una recua de recuerdos, como cuando caminaba hacia un tren que me depositaría lejos de quienes eran los míos, sin querer irme de su lado ni de la brisa marinera, ni del aliento hermoso de mi padre ni de las manos amorosas de mi madre, pero con la ilusión de que esos pájaros también se fueran conmigo pegados a la tela del aire que allí, en esa estación, entre lágrimas y risas el viento alborotaba mi cabello con visos de cometa.
Descansé un rato y tal vez hubiera querido saber fumar, enarbolar hasta un buen habano, transportarme a mi estudio y hacer sonar una música cubana de los q.e.p.d., Cachao, Celia y Celina, y echar a andar “el odre tras mi sangre” en unos buenos rones, pero de pronto... volví en mí y aquella biblioteca sola, conmigo en alguna mesa y otro estudioso lejano, no era ni parecía ser el ambiente que ya mis papilas me estaban contando.
(continuará)
29 de marzo de 2008
Libro
“Puerto calcinado” Andrea Cote - Universidad Externado de Colombia. Colección El Malpensante 2003
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