Hola amigos y visitantes:
Otra vez me publicaron en Editorial Letra Clara de España, el pequeño ensayo sobre poesía que a continuación comparto.
Gracias Mayte y todo su equipo colaborador por ello.
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LIBERTAD Y CREACIÓN
Poesía como Adanismo y como símbolo de creación. Libertad como sentimiento que impele al poeta en su expresión de versear el mundo. El espejo y la máscara en manos que saben de poesía son “facetas de una misma predisposición a continuar metaforizando el universo a través de trazos profundamente humanos” como dice Rafael Fauquié Bescos. ¿Individualismo y grito creador? Tal vez porque en el fuero interno del vate hay rumores de melodías que sólo se oyen en sus oídos, unos que saben descifrar un código no inventado, un códice revivido desde la ancestralidad que le da a éste la unión con el universo en ese amplio espacio de su libertad: la de decir, la de crear con un lenguaje conocido lo que sólo él ve, lo que sólo él siente y decodifica.
A la vez que la voz del poeta crea la posibilidad de ser libre, también impone la responsabilidad de administrar la libertad frente a quienes le leen. Una voz que diga pero no se entienda ni llegue ni conmueva no es voz, es un simple decir. La poética de alguien lo debe distinguir porque al llegar se queda, no importa cómo, en el alma de quien con apertura le reciba. Debe obviar entonces el poeta la innegable realidad de que la poesía no es un instrumento ni un arte ni un aporte para las masas, es una realidad que sólo abre aquellas pandoras que algunos quieran abrir.
¿Qué tanto la “máscara” será la misma que le llegue a cualquier lector que se conmueva? Será una función, aun aleatoria, entre aquellos que ya hayan hecho la apertura a la poesía. Dependerá, en muchas veces, de las muchas condiciones de tiempo, modo y espacio con que se enfrente el encuentro por cada individuo; hasta de su estado de ánimo, es decir, de la disposición con que éste o el otro enfrenten el instante frente al poema. Hay lectores que toman una segunda lectura porque la primera no fue más que un abrebocas, otros prefieren quedarse con ese “beso primero” y hasta hay quienes la descartan porque no fue, o quienes la aplazan para cuando pueda ser. Hay algunos que dejan la lectura y degustación de este o de aquel poema para cuando existan esas condiciones indefinibles para hacerlo, a menos que la “vida real” se los impida, lo cual puede ser cualquier ajetreo. Otros en cambio, buscarán o hasta gestarán la oportunidad para estar cerca del vate y de su mensaje, tibio o llano, extremo o íntimo, cruel o púdico, meridiano o estrambótico. Y hay, en mayoría, quienes o ni siquiera conocen de su existencia y de las maravillas que en otros seres causa o simplemente ante su más mínimo asomo la descartan o selectivamente, conciente o inconcientemente, ni la escogen.
Si, como creemos sólo algunos, la poesía nos salva ¿por qué a algunos ni siquiera les asalta ni les ayuda? Tal vez porque el “verseo” o el “proseo” de los bardos no está en su sintonía de la vida ni en ese espacio que el alma tiene reservado para la belleza, las emociones sin retribución o lo trascendental; o en el mayor de los casos porque no saben de su existencia y nadie les ha llegado. Algunos también creen que la literatura es y debe ser “un arte trascendente volcado a la realización de grandes causas y consagrado a las más elevadas metas”, y entonces vuela y hasta por ello se escapa del pueblo, se escapa para anidar sólo en algunas esferas del conocimiento y del sentir, es decir en aquellos que tienen cierto bagaje y cierta predisposición de ánimo y clase de alma. De esas reyertas entre poesía verbalizada para grandes aconteceres y aquella llamada “antipoesía”, hay un tinglado que aún resuena, las voces de Nicanor Parra frente a Neruda y las sentencias de Huidobro: creo que la verdad no está en uno u en otro extremo sino entre los dos extremos, de la misma manera que no puede dejar de llamarse a alguna melodía como música simplemente por el hecho de no ser clásica o porque no me gusta. La vida es una serie continua cromática de aconteceres y no un mundo en blanco y negro, tanto que ni siquiera lo así llamado es en realidad un continuo proseguir de grises.
Termino esta divagación como sólo se podría ante este inexplicable tema: la poesía es en sí misma entonces, un arte inclasificable e indefinible como bien podemos decirlo, y es por ello que –como lo han manifestado miles de poetas entrevistados o no- cuando intentamos decir qué es no podemos pero cuando la vemos venir con sus vaporosas galas transparentes o pálidas sabemos que allí viene y que se va a posar en nosotros.
http://letraclara.wordpress.com/2008/05/09/libertad-y-creacion-por-francisco-pinzon-bedoya-desde-medellin/
Tiene reservado el cielo algo para nos... pq HECHEIYHMADU es eso
Hola Francisco, tienes el nombre que le he dado a mi hijo, de por si me gusta muchisimo, porque fue inspirado de la historia de San Francisco de Asis.
ResponderBorrarTienes un interesante espacio que quiero ir conociendo.
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Saludos
Enhorabuena por la publicación.
ResponderBorrarCreo que la poesía si se define, pero apenas como una pincelada de lo que es.
Entre la poesía y la "antipoesía" hay poesía.
Un duelo dialéctico entre clásicos y contemporáneos, entre oscuras golondrinas y la oda a unas palomas.
Me gusta tu forma de no definir definiendo la poesía.
Me ha gustado mucho tu ensayo sobre la poesía y sobre todo esas últimas letras a mjodo de definición podríamos decir.
ResponderBorrarEstoy contenta de que me descubrieses el otro día para de esa manera haber podido descubrirte.
Nos leemos...
Un saludo desde Bilbo
Una interesante y reveladora reflexión sobre la poesía, repleta de matices. Me llamó la atención que preguntes cómo es posible que para algunos la poesía sea salvación y para otros ni exista. Y me parece muy acertado hallar la respuesta en su desconocimiento o la falta de sintonía con la vida, o mejor aún, en el espacio reservado a la belleza y a las emociones
ResponderBorrarUn placer leerte, Francisco.