NO HAY UN DETENTE
Toda nueva heredad nace en el
esplendor
de dos que se acogen a los tiempos
en que se mueven el piso sin
saberlo
y corren a encandilarse mutuamente
La verdad del amor se define en la
carne
y en los vericuetos con que se
llega allí
-sin importar el apellido que le
demos-
se halla el destino con que se
llenan de luces
y de tesoros las palmas y los ojos
Esa iridiscencia compulsiva en
desnudez
bajo el ropaje que estorba sin
remedio
se nutre de infiernos y paraísos
paralelos
bajo el agrado rutilante y húmedo
que fluye
sin que haya algo que lo pare ni lo
postergue
No son los jadeos ni las
convulsiones ni el vientre
ni esa pléyade de incongruencias
que nublan todo
aquello que detendrá en seco lo inevitable
porque cuando dos encontrarse así
deciden
no hay lo plausible que pueda
convocarse
Luego... unas tenues sombras y unas
sonrisas
harán relucientes los caminos y las
jornadas
que se repasaron antes de ese hito
majestuoso
Hoy... queda la inmensa alegría y
el deseo
de volver a intentarlo... una y
otra y otra vez
Francisco Pinzón Bedoya
2015
Majestuoso instante del amor y grandioso tu poema. La fotografía es bellisima, un abrazo.
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